DE MI HISTORIA
Nací en Buenos Aires, en el barrio de Villa Devoto un 31 de diciembre de1944. Recuerdo que comencé a pintar formalmente con seis años. Antes,
desde que mi memoria me lo permite, recuerdo un mundo pleno de lápices,colores, papeles, manchas y líneas.
Una pequeño taller de barrio, un profesor con una férrea formación en Bélgica y en su país de origen, España. Se llamaba José María Villar. Con él
aprendí todas las técnicas que en aquellos momentos eran importantes para un pintor. Tintas, lápices de color, plumilla, acuarela, carbonilla, sanguina,
temperas, óleo.

Copiaba postales, fotos, almanaques, modelos, y poco a poco fui captando todo aquello que me rodeaba. El paisaje fue una de mis pasiones. Pienso que la línea de horizonte de la inmensidad de mi país de origen, Argentina, marcó fuertemente mi obra y perdura aún en algunos de mis trabajos.
El concepto que imperaba en mis primeros años era el de pintar todo aquello que veía, y esto, con la vida, fue cambiando.

En un momento determinado sentí la necesidad de cambiar, me interesé por todos los movimientos plásticos que en aquel momento nos llegaban, sobre
todo, desde la lejana Europa, con un increíble vigor. La Argentina de los años 60 y 70 era un hervidero social, intelectual y artístico.
Yo había dejado en el camino mi formación como Maestro Mayor de Obras en la Escuela Industrial y me interesé por una formación más humanística.
Cursé el bachillerato en letras. Dudaba si ingresar en la Universidad. Finalmente me decidí, sería aquello que siempre más amé, pintor. Y aquí
estoy. Me fui relativamente joven de Argentina, viví ocho intensos años en Brasil, siete en Río y un último en Curitiba.
Mi destino nuevamente cambió, brusca y radicalmente. Israel, un mundo enorme (Babel), en un país pequeño. Allí formé mi familia y al cabo de otros
vividos siete años, en 1989, España, Barcelona. Y sigo pintando, y encontrando preguntas.

 HACE YA UN TIEMPO

Entre pintura y pintura, han aparecido pequeñas esculturas de madera, sus formas, su calidez me emociona.
Y entre pintura y pintura, escribo y siguen naciendo preguntas.

DE MI PINTURA

Un viejo amigo de otros tiempos y otros espacios, poeta, escribió que explicar la poesía, era algo así como recortar pececillos de papel y colocarlos
dentro de un acuario. Hace años, me lo apropié para no tener que explicar mi pintura, pues pensaba que me era difícil hacerlo.
Muchas veces reflexionando acerca de esto, si la pintura debe o no ser explicada, me he encontrado sumergido en profundas contradicciones. Hoy,
que la vida me ha ido sumando años, junto a vivencias e innumerables experiencias veo que poco de lo que era es, y las contradicciones han dejado
su lugar a ciertas reflexiones.
Existen en mi pintura actual algunos elementos obvios, el primero de ellos es que no parto de aquellos elementos reconocibles visualmente, así como la
textura últimamente me resulta de una cierta familiaridad casi imprescindible, las rugosidades me recuerdan las viejas paredes que me transmiten
sensaciones a veces indescifrables, pero placenteras. Las superficies de color poco a poco han ido ganando espacio, así como mayor claridad, luz y una cierta geometrización que ha ido poniendo orden en el caos. Otras veces, hay menos geometría y un poco más de caos. Pero nada de esto es muy importante, como tampoco podría serlo la influencia de toda mi pintura anterior, aunque pertenezca a mi pasado, a mi propia historia. En realidad mi deseo, como el que imagino debe ser el de todo artista, es que mi obra llegue a ser naturaleza, aunque distinta a lo conocido.
Pero que, a veces, me permita reconocerme en momentos en que no me reconozco y también me pueda llegar a ser tan desconocida como puedo serlo yo mismo.

 

Mi pintura busca la sensación aquella que sentimos cuando nos albergan nuestras emociones o aquellas cosas que nos sensibilizan y tratamos, a veces, intentar comprender.

Nos sucede como cuando nos encontramos en un lugar en el que sabemos que nunca hemos estado, pero creemos conocer. Aquello que nos trae el eco de una melodía desconocida o el olor del mar siempre extraño y misterioso o las formas caprichosas de las nubes en el cielo. Siento en mi pintura la búsqueda muchas veces intuitiva de una cierta simbiosis entre la naturaleza y el hombre, que en determinados momentos me ha llevado a acercarme a través de una cierta afinidad emocional, a aquellos seres primigenios que pintaban en las obscuras cuevas. Allí, como hoy, sin duda se mezclan las esencias de nuestras raíces y nuestros sueños. Es en esta raíz, matriz primitiva de nuestro arte actual, en donde se entremezclan antiguos ritos y mitos modernos, donde a través de signos sutiles y no reconocibles es que buceo intentando encontrar respuestas. Pero sólo aparecen preguntas. Pacientemente, vuelvo a recortar pececillos de papel.